Si no voy al Museo del Prado, el Museo del Prado viene a mí.

En días pasados pude asistir a la exposición Pintura de los Reinos: Identidades compartidas en el mundo hispánico, en el Palacio de Cultura Banamex (Antiguo Palacio de Iturbide) de la ciudad de México, inaugurada el pasado 9 de marzo, y debido a su éxito —más de 250 mil visitas— abierta hasta el próximo 31 de agosto. Producto de una década de esfuerzo de un equipo internacional, esta muestra logra reunir un centenar de piezas provenientes de 49 colecciones de 9 países. Entre los artistas presentes encontramos desde el alemán Pablo Rubens hasta el mexicano Cristóbal de Villalpando, pasando por el italiano Angelino Medoro y el español Berruguete, y es, a juicio de los especialistas, la mejor exposición "que se haya hecho jamás” para explicar un lenguaje pictórico de los siglos XVI al XVIII, compartido por América y Europa. Y es que ese es el objetivo de la exhibición, dar a conocer este intercambio mediante la pintura y explicar sus orígenes, madurez y posterior expansión.
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El montaje permite contemplar algunas de las obras de gran formato con una perspectiva amplia, para poder apreciar la originalidad y ambición de la pintura iberoamericana. |
En el desarrollo de este lenguaje pictórico podemos definir básicamente tres etapas. La primera, es la formación de un estilo español propio, con obras realizadas en España tanto para públicos europeos como para audiencias hispanoamericanas. La segunda, es la transmisión de ese estilo al Nuevo mundo mediante la migración de artistas europeos a los reinos de América donde además de pintar, formarían a nuevos artistas oriundos de estas tierras, y finalmente la tercera, cuando las nuevas generaciones deciden interpretar los mismos temas de sus maestros, pero bajo su propia perspectiva. La muestra recoge estas etapas y las agrupa, respectivamente, en las siguientes secciones:
I. La formación de un lenguaje visual común
La primera parte muestra cómo se gestó la pintura española de los siglos XVI y XVII, nutrida principalmente de las escuelas italiana y flamenca. Encontramos obras de Berruguete, Juan de Juanes, Zurbarán, Martin de Vos y Rubens, entre otros.
II. Hombres, modelos y obras de arte en tránsito
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La Inmaculada Concepción, 1620, de Francisco Rizzi. Cádiz, España. |
La segunda parte plasma la transmisión, con sus cánones y claves, de ese lenguaje pictórico ya maduro en la península ibérica hacia la Nueva España y el virreinato del Perú. Esta transmisión se hizo a través de maestros europeos que llegaron a los reinos americanos y desarrollaron allí parte de su carrera artística; pintores como Angelino Medoro y Andrés de La Concha están representados en esta sala.
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Inmaculada Concepción. 1590. Bernardo Bitti (Italia, 1548 - Perú, 1610). Cuzco, PErú. |
III. Identidades compartidas y variedades locales
La tercera sección, la más amplia, está dedicada a comparar los temas plasmados por pintores de ambos continentes, y apreciar las coincidencias del lenguaje pictórico, pero también las particularidades que fue adquiriendo en cada región, con la intención de encontrar los puntos en común, pero mostrando aquello qué las hace diferentes; y es que hacia los siglos XVII y XVIII los pintores nacidos en la Nueva España, deciden también interpretar estas ideas pictóricas europeas, pero bajo una visión americana.
Para mostrar esta variedad dentro de lo igual, se exponen, por pares, un selecto conjunto de tópicos religiosos muy frecuentados por los pintores de uno y otro lado del Atlántico: vírgenes, crucifixiones, adoraciones, arcángeles, retratos, escenas de la conquista, la transverberación teresiana, escenas de lactación, epifanías, etc., lo que permite al visitante hacer un cotejo o establecer una comparativa de los temas representados. Los pintores representados son muchos y destacan: Rubens, Juan Carreño de Miranda, Cristóbal de Villalpando, Juan Correa y Baltasar de Echave Ibía.
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Esta muestra nos brinda la oportunidad de ver obras, que de ordinario, sólo podríamos apreciar viajando a una veintena de ciudades repartidas en dos continentes, con la ventaja adicional de que además de contarnos su historia individual —la contenida en el propio cuadro— estas pinturas nos narran otra historia aún mayor, la de un lenguaje en común expresado a través de lo visual, que al llegar a este Nuevo Mundo fue tomando su propio camino y construyéndose desde su exclusiva perspectiva hasta obtener una personalidad definida, la cual, no por propia, deja de deberle el germen a aquella, de la que procede. Caminar esta muestra es, por decirlo de manera alegórica, recorrer la génesis de una identidad compartida.
Fomento Cultural Banamex. Exposición Pintura de los Reinos